miércoles, 21 de julio de 2010

Playing



Sally Mann


Permanecer en el aire. Actuar. Jugar. Perder el miedo a ganar. Pronunciarse. Buscar el deseo sabiéndolo indefinible. Y no buscar Todo, la perfección. Como el banco de arena en el parque, como la arena bajo tus pies en la playa. Ponerse topes pequeños para jugar como niños. Pequeños topes que no te despeguen de las sensaciones, que no te aparten de lo próximo, que no te aíslen en la idea racional incapaz de sentir. Y entonces sí, pronunciarse, Estoy aquí, pedir y participar, jugar según las reglas dispuestas, abandonar el mando, aun sin estar preparada, precisamente por no estar preparada, por no estar completa.
Dices no lo quiero todo. Sólo llegar hasta aquí. Y comienza el juego.  Guido pone un marco a su deseo y empieza a crear. Sin pensar en si llegar o no a algún punto, a algún listón o expectativa. Sin evaluar. Discurrir en la acción. Ser, vivir, crecer en la interacción, no desde la posición distante del analista. Blogero en vez de novelista. Bailar, jugar, sentir. Para ir. A alguna parte sencilla. No al final. El final es el terrorífico castillo de Irás y no Volverás. Definición en lo líquido contra la abstracción despiadada.
Pintar, escribir, sin explicarse, explicarse cuanto menos mejor. Mostrar, no justificarse, abandonando la culpa. Soltar el sometimiento a la ficción, el miedo a la idea que no existe, que no sientes. Y volverte, girarte, a la vida. A la sensación. Sentirse bien. Sentir al otro, escucharlo, observarlo, olerlo. Compartir, sin tratar de conocer. Sin acudir al prospecto. En el aire. Permanecer.



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