viernes, 29 de enero de 2010

Ya que preguntas...

Soy la que envidia a los que van de algo: voy de listo, voy de huérfano, voy de cabrón, voy de isla, de adicto, voy de vampiro...,
por  su ingenuidad centrífuga.
Soy la que nunca sabe lo que es
y vive a perpetuidad en el estoy inabarcable,
en su finitud infinita,
y su segura inseguridad.

Soy la buceadora de váteres 
la miradora de lo inmirable,
inútil, la mayoría de las veces.
Soy tabú.
Soy la implacable seleccionadora de ingredientes para espléndidas recetas propias.
La zurcidora sináptica.
La seguidora mediocre de humores enquistados
y su principal y más fiel traidora.

Soy la que no sabe, soy nada, y la que no sabe si es nada también.
Soy el lugar sin nombre, de tránsito, el rellano de escalera.
Soy la falta.
Soy la buscadora, la amante, el mago, el guerrero, el bufón,
e incapaz de ser más de uno cada vez
porque soy incapaz, colosalmente,
y limitada.

sábado, 16 de enero de 2010

Asuntos de mayores

Estoy en el asunto de dejar de ser cualquier cosa que se supone que soy. De reinventarme. De eliminar las conexiones que generan en mí un ánimo cuando tengo frío y otro cuando se respira el buen tiempo, las que me despiertan antes que lo haga el móvil, las que hacen que me sienta lo peor, a pesar de haber hecho lo mejor, todas las que no dependen de mí.

Sólo se admiten sinapsis autopoéticas, marcadas por una misma.

Acaba de llamarme uno de los profesores de mi hija para decirme que Luna ha llevado una cámara a clase, y que está prohibido. He apoyado su limitación, pero el hombre, no dejaba de sentirse culpable por llamarme, y al final ha acabado excusándose por no ser capaz de dinamizar lo suficiente  su clase de Atención Educativa (alternativa a la Religión, que en la Comunidad Valenciana ha dejado de llamarse así, Alternativa). Tranqui, he pensado yo, a la niña le da seguridad saber que hay reglas que cumplir,  y que hay alguien que se lo recuerda. Seguro que ha aprendido más hoy sobre Atención Educativa que en lo que le queda de curso...
Es que estos niños, cada vez se creen con más razones. En la comida he ido a servirme de su Fanta, y antes de que me riñera le he recordado que hoy podía pedirle lo que quisiera, aludiendo a la cuasi-party que esta tarde, si se sigue portando bien, hará en casa con sus amigas. Y me ha contestado ofendida que yo era Camps. Eres Camps, joerr, me ha dicho ¿Camps? ¿por qué? Porque te aprovechas del cargo…,dijo la Mafalda...
Pero, fuera bromas, las razones sobre la idoneidad o no de las reglas podrá cuestionarlas cuando sea del AMPA, del Consejo Escolar, o escriba una tesis pedagógica, o desde cualquier otra autoridad en la materia. Mientras tanto, los límites le formarán un Soy sólido y sin ambigüedades.
Cuando se haga mayor será ella quien empiece a construir sus propios límites.Y por eso se hará mayor.
Entonces empezará en este asunto en que ahora estoy, que no tiene nada que ver con la edad, de sobra lo sé, ni con tener casa propia, ni trabajo, ni un horario que cumplir, ni pareja, y en la mayoría de casos tampoco con tener hijos. Tiene que ver con tener voluntad. Voluntad creativa que dice Nietzsche. Acabar con las lindes marcadas por el sistema, la familia y demás totems inconscientes. Y luego… algo que nunca superó Peter Pan, por mucho que creyera en la hadas: marcar tus propios límites, para dejar de repetir constantemente los mismos errores y las apetencias que no te hacen feliz. Cerrar lo ojos a la limitadísima vida que has tenido hasta ahora y abrirlos a las del mundo Navi.

Nunca pensé que el trabajo creativo pudiera costar tanto esfuerzo, comentó una vez un alumno.
Hacerse un camino a medida es lo peor, de verdad, le respondí. Se nota desde el primer día que empiezas, pero no se acaba nunca…

Así que, mientras pueda, que la niña siga disfrutando de la buena vida,
dentro del sendero marcado.

domingo, 10 de enero de 2010

Llegar al silencio

Vengo de pasar el domingo con amigos: comida, juegos, charlas, proyectos... Lo que menos me apetece ahora es desparramar todos los artilugios de mi bagage, y seguir esparcida, soltar, y aturdirme en mis propias palabras. Necesito silencio, mínima, perderme en el paisaje blanco de mi OmnWriter y dejar la mente, dejarla.
Ha bastado con salir de una casa y entrar en la mía, ha bastado con cerrar la puerta. Necesito este espacio en blanco, este recodo a cubierto. Este sólo estar en mí.
Me inquieta la posibilidad de no poder disfrutar de este espacio conviviendo con otro. Compartir, sin perderse. Asertividad, que le llama el cognitivismo. Decir que no sin amurallarse. Los espacios físicos son importantes para eso. La habitación propia de Virginia. Las puertas. Las distancias. Ponerlas, sin amurallarse.

Hoy me gustaría decir sólo "aire", sin explicarme más.
Decir: "pájaro".
Prescindir de las expresiones narrativas y apuntar imágenes yuxtapuestas como el poema presocrático, como el mensaje de la oralidad primaria. 
No decir nada y volar en los ecos del paisaje de mi cabeza.
Pero sé que Pandora sólo dormiría embotada durante unas horas. Abusaría de mi estado MOR para depurar el caos, en una guerra nocturna sin cuartel, hasta despertar anclada a la misma rutina química de mi cuerpo.

Sé, y seguro que lo sé porque soy hija consciente de mi tiempo, que al silencio no se llega tapando nada, escondiendo o huyendo de nada. Para limpiar, es necesario poner luz a los artilugios de mi bagage desparramados sobre la mesa. Soltarlos todos sin más. Abrir, si, abrir las puertas. Esparcirse, estar con los amigos, convivir con otro.
Después la escritura onanista acometerá su labor y desechará lo fútil, con su reflexión distanciada.
Y sólo más tarde será posible llegar al fin a la imagen, a la síntesis mínima, al poema esencial.

Aire
              Pájaro
Eco
                            Horizonte...

lunes, 4 de enero de 2010

Untá de metafísica para un estómago vacío


¿Qué ocurriría si fuese capaz de dar atención a todo lo que soy?
Dejarme llevar en un baile espontáneo
compartido con fluidez...
como el agua que se da a un sediento,
la que limpia los rincones,
la que desborda los cauces,
la que golpea.

La que ahoga al que ya no le cabe más.

Como mi sed.

Yo sería la Makarie de Goethe,
y mi sangre borbotearía en el hálito de esta ciudad.
Tu respiración sería  el rumiar intermitente de la resistencia del frigorífico,
y la imperceptible masa de aire oscilante que acumula pelusa en los espacios sin tránsito de mi hogar.

No hablaríamos de yo
ni hablaríamos de tú
sino de palabras generosas
que lo contienen todo.

La sinapsis perfecta.