domingo, 10 de enero de 2010

Llegar al silencio

Vengo de pasar el domingo con amigos: comida, juegos, charlas, proyectos... Lo que menos me apetece ahora es desparramar todos los artilugios de mi bagage, y seguir esparcida, soltar, y aturdirme en mis propias palabras. Necesito silencio, mínima, perderme en el paisaje blanco de mi OmnWriter y dejar la mente, dejarla.
Ha bastado con salir de una casa y entrar en la mía, ha bastado con cerrar la puerta. Necesito este espacio en blanco, este recodo a cubierto. Este sólo estar en mí.
Me inquieta la posibilidad de no poder disfrutar de este espacio conviviendo con otro. Compartir, sin perderse. Asertividad, que le llama el cognitivismo. Decir que no sin amurallarse. Los espacios físicos son importantes para eso. La habitación propia de Virginia. Las puertas. Las distancias. Ponerlas, sin amurallarse.

Hoy me gustaría decir sólo "aire", sin explicarme más.
Decir: "pájaro".
Prescindir de las expresiones narrativas y apuntar imágenes yuxtapuestas como el poema presocrático, como el mensaje de la oralidad primaria. 
No decir nada y volar en los ecos del paisaje de mi cabeza.
Pero sé que Pandora sólo dormiría embotada durante unas horas. Abusaría de mi estado MOR para depurar el caos, en una guerra nocturna sin cuartel, hasta despertar anclada a la misma rutina química de mi cuerpo.

Sé, y seguro que lo sé porque soy hija consciente de mi tiempo, que al silencio no se llega tapando nada, escondiendo o huyendo de nada. Para limpiar, es necesario poner luz a los artilugios de mi bagage desparramados sobre la mesa. Soltarlos todos sin más. Abrir, si, abrir las puertas. Esparcirse, estar con los amigos, convivir con otro.
Después la escritura onanista acometerá su labor y desechará lo fútil, con su reflexión distanciada.
Y sólo más tarde será posible llegar al fin a la imagen, a la síntesis mínima, al poema esencial.

Aire
              Pájaro
Eco
                            Horizonte...

No hay comentarios:

Publicar un comentario