El cielo oscurece con
urgencia
los truenos a lo lejos
y mi ánimo hierve
como un sol brillante.
El agua comienza a caer
descarada
imponiéndose al orden ingenuo
imponiéndose a mi
como un cuerpo a otro en la noche.
La gente corre en la calle,
huye, bajo su amenaza.
Y entonces, la tormenta explota desmesurada
poderosa
violenta
apedreando de gozo la ciudad
y su estruendo no deja ver ni
oír nada más
controlable solo quizá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario