jueves, 15 de enero de 2015

Triste omnisciente



  
Únicamente los niños saben lo que buscan. Pierden el tiempo con una muñeca de trapo que viene a ser lo más importante para ellos y si se la quitan, lloran...
                                                                         Saint-Exupéry




Pasas la vida esforzándote en buscar miles de excusas para no hacerlo
investigas sus antecedentes
sus por qués,
su composición escrupulosa y mínima
su mecanismo
sus afecciones
sus procesos y extensiones
sus facetas y cambios
sus ventajas y sus crisis.

Buscas todos los argumentos  posibles
que apoyen su valor,
los del sentido común
los estéticos
los científicos
y hasta los tecnológicos.

Lo miras, lo lees, lo hablas, lo escribes, lo analizas, lo relacionas
Lo compones en puzzles de miles de piezas
durante miles y miles de días...
Lo merodeas obsesivamente hasta envolverlo en un inexpugnable pedestal.

Puedes incluso llegar a crear en su nombre el gran paradigma de los paradigmas
para que no quede grieta alguna de su incuestionabilidad
TODO
Todo lo necesario

para no hacerlo.

Y mientras tanto...

Mientras tanto,
lo innombrable, lo intangible, lo incalculable

lo inocente...

juega

Oigo su risa por todas partes...








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