miércoles, 10 de febrero de 2010

Alicante y los Crow. Oda al rellano de escalera y los anuncios de televisión




                                                En ese lugar neutro que es de todos y de nadie...
                                                                                                              G. Perec


Hay quien no le acaba por coger el punto a esta ciudad. Prefieren lugares que se muestran sin preguntar como mamás que adulan sin recibir nada a cambio y la lectura de grandes titulares. Muestran una pasión supina por los envoltorios de regalo, las marcas, y las referencias confirmadas por la crítica. Tienen  unas decenas de mitos a los que siguen con adoración, y por supuesto, son carne de cañón de la Industria Cultural y en ellos se confirman las teorías conductistas, hipodérmicas, mecanicistas, de los 50, que reducen la persona a una reacción estímulo-respuesta, a una masa amorfa y maleable. Realmente, este perfil podría catalogarse homogéneamente sin remilgos. Forman una turba de especímenes fácilmente identificables. Podría hacerse una lista con todos sus nombres: Javier, Manuel, Antonio… Añaden del y -Díe de pega a sus anodinos apellidos, que no existen como tal por tanto, pero así son: completamente ficticios... Como digo, se les detecta a primera vista, entre otras cosas, porque siempre, inexcusablemente, ellos mismos (suelen ser mayoritariamente masculinos) se presentan bajo un epígrafe con el que tratan de alcanzar un poder que les falta. Llamémosles Crow, ¿por qué? no sé, por poner algo, así sin profundizar, como ellos entienden las cosas.
Lo semejante se atrae, dice el pensamiento Zen, por eso en esta ciudad sin letreros de neón, Los Crow se envenenan en el rencor de gordito del patio o hijo de perdedor que jamás superaron y sueñan con quemarnos a todos a lo Carrie.  No soportan nuestra vulgaridad, nuestra pusilanimidad, nuestra realidad, como no toleran la suya, y la esconden agresivamente. Sólo admiten papel de marca, copias con registro, resultados, y colas de horas punta, aunque haya que esperar. Cualquier cosa que les haga parecer más de lo que son.
Y es que Alicante no es así. Es ciudad de transeúntes. Da paso a todo lo que se confirma sin confirmar. Un lugar sin puertas, ni te las abre, ni te las cierra, lo que tiene un encanto postmoderno muy singular. Los Crow, la tachan de suburbial, pero los barrios de periferia suelen tener más guetos y reglas aún que las ciudades más densas y conservadoras. Aquí, no sabemos si por pescadora, costera, por sus coordenadas geográficas, o por su mar amable, que todo goza de ligereza, de una falta de severidad, inmune al dogma. Ni tradición, ni fiestas de guardar con la vehemencia de otros lares. Todo está aquí de paso y lo primero el pasado, todo está por llegar, en esta ciudad rellano de escalera. Sobras inclasificables y demás tabúes tienen aquí un sitio. Alicante es la ventana, el escape de estancias casposas, rígidas y demasiado ordenadas, o atestadas sin más. Alicante es el anuncio de televisión, que comenzó siendo para otra cosa, y ahora posee un lugar propio, intermedio, pero tan propio como la habitación de Virginia, sin el cual estamos abocados a tomar el film tan en serio como su autor, sin el cual perdemos la oportunidad del liberador zapping. El anuncio de TV es el respeto por el tránsito, por lo que está en proceso y todavía no ofrece resultados clasificables. Es la tolerancia. El anuncio de TV es la libertad … ¡quién se lo iba a decir a los eruditos de Frankfurt!


Alicante, bajando del Maigmó



3 comentarios:

  1. Crow: cuervo; graznar; el que alardea

    (Pero,de verdad, lo escogí sin pensar, sin conocer que tenía un significado, no deja de asombrarme el pensamiento analógico...)

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  2. pues llega el apagón analogico, todo a partir de ahora será digital, ojala eso significase que se puede tocar con los dedos

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  3. ¡Me ha encantado! Yo hubiera comentado el tiempo, la energía y el dinero que invierten los alicantinos en las hogueras, unas obras artísticas que crean para admirar brevemente y que, inevitablemente, acaban pasto de las llamas... como si fuera un monumento a lo efímero. Tiene muchas lecturas interesantes.

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