martes, 7 de abril de 2015

No sabíamos qué hacer con ella




Era tanto el deseo de verle
tanto el deseo almacenado
el deseo domado
Todos esos días de mientras tanto
Y los preparativos, los nervios
lo que llevo y lo que me llevo.
Y en el tren, pensar
en lo que diré al verle
Iré corriendo y saltaré a abrazarle
y me lo comeré a besos
lloraré besándole
y lloraba pensándolo.

Pero luego no.
Nunca era así.
El encuentro era torpe
y contenido
Su voz era seria
y podía con la mía
Sus besos eran rápidos
nuestras narices chocaban.
Y todo lo no dicho y lo no hecho y el deseo, el deseo
de golpe,
era un tapón inmenso
en mi garganta.

Justo un momento antes sí.
Mientras él esperaba,
su mirada salía al galope
hacia aquel punto de fuga
en que se pierden las vías
y asaltaba con furia el vagón
y me arrancaba con sus brazos
de esa espera
tan injusta.

Sabía perfectamente
lo que haría al verme
Y yo lo sabía perfectamente.
Hasta que nos encontrábamos.

Éramos jóvenes y tímidos
Y la realidad era un titán indomable.
No sabíamos qué hacer con ella.



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