sábado, 28 de marzo de 2015

Fantasme




Te enorgulleces de no buscar nada ni a nadie
te gusta decirlo, presentarte así.

Sientes especial cariño por alguna imagen,
tanto,
que podrías toparte con el original y no identificarlo.
Cosa de la beta-amiloide, dicen,
que se carga las sinapsis
 y lo agujerea todo
                  de abismos
"entre la vida que tenemos
y la vida mejor que podríamos haber tenido”.

El original asistiría a la patética escena
en la que le hablas sobre él en tercera persona.
Mirándolo como a la tele
como al informativo
cuando hablan de aquel desastre en Tanzania.

Desde esa cómoda distancia.

El original te miraría como se mira al niño
de la Vida es bella
de la que no quiere despertarte
aferrado a la dosis justa de placer cordial
que permite tu cuerpo infante.

Ya no hay nada salvaje en ti.
Gustas por lo que has podido acumular.
Por lo que el miedo ha ido degenerando en ti
tus inmuebles, tu aparente estabilidad, laboral, sentimental o lo que sea;
tus manías
y tus fantásticas colecciones de lo que sea.

También gusta que digas no importarte nada de eso.
A ellos también les gusta tu imagen
que les muestra todo lo que no tienen.  
La prefieren a ti.
A ese tan vulnerable y falto que eres.
Tampoco ellos viven de verdad.

Pero a ti te vale

Porque no soportarías a nadie

que amase tu original.


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