lunes, 29 de marzo de 2010

Memoria Histórica



Ni mar griego, ni huerto,
mi silencio
esta hecho
del murmullo exhalante de la carretera:

La ciudad, alma condensada.

Las gotas
resuenan
con más insistencia
en el subterráneo de sus aguas,
destilan
-cadentes,
voluptuosas-
del sedimento de la caverna,
de las sobras que estercola
el cinturón de su costa,
por el delta infame
del continente 
en perpetua disolución,
del fermento pútrido
       … donde crece la vida.

Pero me llamo barro, igual,
y llevo raíz en mis entrañas,
donde quiera que voy,
la arranco
de la rutina presurosa
del viandante distraído,
brotando
púrpura cadmio
de entre los mil grises
del lienzo,
naranja internacional del Golden Gate
entre azules cerúleos
y violetas cobaltos,
oro
entre plomos, metales
y argentos,
y es aún más púrpura, naranja,
oro,
como el tomillo intenso
de la tierra harinosa en la que crecí,
como el naranjo abandonado
en el ejido de la ciudad en obras,
es aún más intenso
y más naranjo.

Las gotas
de este mar ciego y tuerto
se deslizan
igual
entre vigas y cemento,
entre el rechinar desafinado
de la terrorífica levedad
y el engaño enquistado,
relucientes y cristalinas,
mojan
mojan
lo imperfecto,
se abalanzan por el sumidero,
arrastran el reflujo de coágulos sanguinolentos,
ratas hediondas,
agónicos rugidos estertóreos…

Y aunque no llegaran al mar,
aunque el mar no acabe por cubrirlo todo de gotas de agua,

su música
se escucha
sobre los tapices de alquitrán.

2 comentarios:

  1. PRECIOSO, pequeña, precioso de verdad... (¿puedo sugerir que el título me trae demasiadas connotaciones que no hacen justicia al texto?) Me ha encantado. Gracias por colgarlo.
    Mua

    ResponderEliminar
  2. Gracias, linda, me alcanzó como un torrente este poema el fin de semana, con una fuerza tremenda, puedes y debes sugerir lo que quieras y dar ideas, me ha venido así de súbito, pero hoy -demasiada luna llena, y demasiada primaveral- creo que no era el día para el título, lo dejaré reposar a ver...

    ResponderEliminar